Argumentario 149
Solo diez años después a la nación unida y feliz, pese a estar en plena crisis del sector financiero e inmobiliario, por alcanzar el mundial de Sudáfrica, vuelven los viejos fantasmas de la desunión y la abulia.
Los nacionalismos y buena parte de la izquierda, sobre todo la autocalificada intelectual, minan diariamente cualquier opción de legítimo orgullo nacional y autoestima colectiva.
El desgaste emocional al que someten a la ciudadanía tiene consecuencias brutales, desasosiego, incapacidad para reunirse en torno a los más sencillos por evidentes símbolos, la constante pregunta paralizante de quienes o qué somos, la ciclotimia emocional que provoca la permanente revisión de la historia, de las tradiciones o de nuestra razón de ser como pueblo.
Fue parte de la corte francesa la que indujo en el XVIII para justificar su presencia en España la incapacidad de los españoles para seguir marcando su propio rumbo.
En el XIX los llamados afrancesados adoptaron la moda de menospreciar lo propio.
En el siglo XX los regionalismos reconvertidos en nacionalismos y el internacionalismo marxista configuraron el nuevo frente interno antiespañol.
En plena democracia constitucional, realizada la Transición modélica, conseguida la integración en todos los ámbitos internacionales, disfrutando el mejor diseño político e institucional posible, gobiernan paradójicamente los herederos del discurso del fracaso español.
Nos gobiernan un grupo de fracasados porque los españoles en cuanto nos dejaron acordamos nuestro propio modelo de organización genuino y de éxito.
Y el éxito de España es su derrota. Y ahora gobernando pretenden llevarnos al desastre para justificar su existencia.
La coalición socialista y comunista y los apoyos nacionalistas representan lo peor de la historia de la nación. Con frases huecas e ideas trasnochadas generan incomodidad social, abjuran de nuestra esencia como pueblo, ponen en cuestión todo aquello que nos une.
La profundidad de la crisis económica y la incerteza de la vuelta de la sanitaria.
Exige del Gobierno que deje de desarrollar ideología y se dedique a la cuestión.
Prevención sanitaria y medidas para salir de la paralización de la economía.
Solo eso. Nada más.
En estado de shock social es de lesa patria obligar a debates superados y paralizantes, que solo genera tensión, división y crispación.