Waterloo

Fuente fotografía El Nacional

Argumentario 94

“Una gran nación no puede empeñarse en una guerra pequeña”

Duque de Wellington

“Tenemos un acuerdo para poner en marcha la nueva Generalitat republicana” anunció ERC. A lo que Junts añadió: “Es un acuerdo para llevar Cataluña a la independencia”.

Nada nuevo sobre la castigada sociedad catalana ingobernada por un amasijo de siglas desde hace años, sucediéndose presidentes devorados por sus propias intrigas y frustraciones.

El problema radica a nivel nacional en que quién proclama por enésima vez república e independencia es miembro del principal apoyo de la coalición socialcomunista en el Parlamento español.

El nuevo vocero de las amenazas es de ERC, Pere Aragonés, que a su vez ha pactado su investidura con el golpista Jordi Sánchez en la cárcel de la que pretende salir junto con sus compinches con el indulto que Pedro Sánchez, va a otorgarles para seguir siendo presidente del Gobierno.

Jordi Sánchez, a su vez, representa al huido Puigdemont, que solo ha permitido el pacto de sus diputados de Junts a cambio del indulto a los suyos y la anulación de cualquier pretensión de que se le juzgue por lo mismo que lo han sido todos aquellos que lideraron el golpe de estado de octubre.

El acuerdo de investidura insiste en la llamada mesa de diálogo entre “Gobiernos” o sea el nacional y el autonómico, mesa que sin que se haya todavía reconstituido ya está muerta porque el pacto tiene como apuesta preferente la necesidad de prepararse para “un embate democrático” que fuerce al Estado a aceptar un referéndum “acordado y vinculante” en Cataluña.

Para acabarlo de aclarar hay una fecha límite, 2023, pactada entre ERC y la CUP, para valorar si la negociación con el Gobierno de España está dando sus frutos en relación al avance hacia la independencia, que los secesonistas plantean en la mesa de diálogo entre Gobiernos. Y que si la CUP no ve en sus términos en buena situación pondría de nuevo fin a mitad legislatura la que se pone mañana en marcha.

Este disparate que asola Cataluña es la catástrofe que se cierne de nuevo sobre España porque el inquilino de la Moncloa es rehén del inquilino de Waterloo.

No puede ser que España dependa de una panda de irresponsables. El Gobierno de una gran nación no puede estar sometido al chantaje de un grupo de alborotadores a los que se les da carta de naturaleza por la incapacidad para construir un discurso de potencia política basado en la defensa de la libertad constitucional y la convivencia en paz entre españoles.

Pedro Sánchez es culpable de hacer de la trifulca regional catalana una crisis crónica institucional de primera magnitud por incapaz y soberbio.

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